jueves, 20 de noviembre de 2008

¿Que pasa alli? Vamos a ver


Desde las 7 de la mañana, tres horas antes de que H&M abriera sus puertas para poner a la venta la colección que ha realizado con Comme des Garçons, ya había gente haciendo cola en la Gran Vía de Madrid. La cadena sueca no dejaba detalle al azar, turnos controlados, cafés para superar el madrugón y aguantar el frío. Y en la cola, de todo un poco, los que iban ya con todo fichado, grupos organizados, algún cotilla con tiempo libre y sobre todo mucho absentista laboral, de esos que han contado cualquier cosa en el trabajo para cogerse un par de horas de la mañana y entrar en manada a la tienda. La colección ha volado en unos minutos. La gente, con perchas y perchas en la mano no soltaba prenda. Si lo hubieran regalado no habría tenido tanto éxito.

Así comienza uno de las noticias que hacen referencia al acontecimiento del mes. La estrategia de marketing llevada a cabo por la cadena de moda sueca, es digna de mención, el poder de convocatoria nos abruma. Su campaña empieza lenta y paulatinamente, provocando tal curiosidad o ansiedad que ninguna crisis es capaz de sujetar.
En el mes de septiembre se anuncia el evento en las publicaciones de moda, como si se desvelara el gran secreto, y empieza a correr el rumor. A finales de Septiembre H&M permite que se fotografíen dos o tres modelos muy puntuales y elegidos, de lo que será la colección, como si de un topo se tratara. En el mes de octubre le envían a determinadas celebrities la colección para que tambien en momentos de descuido de ellas se las fotografié con las prendas y aparezca como exclusiva en las publicaciones de moda de ese mes, con lo que consiguen que ya el consumidor este deseoso de tener esa prenda. En el mes de noviembre sale a la venta, siendo anunciada con cuentagotas, con publicidad que no dice nada pero invita a mucho.
Hemos visto la tienda de Gran Vía, el día del evento a las 9:30 de la mañana antes de la apertura, el escaparate abarrotado de personas, de clientes potenciales que ya ocupaban la carretera y que provocan que la policía cortase el paso a los coches para que no ocurriera una desgracia.
La curiosidad personal y profesional nos ha obligado mas tarde ha acercarnos a su tienda sita en la calle Orense. La calle se veía mas concurrida que de costumbre por personajes de lo mas variado, rompiendo la estética habitual de hombres y mujeres de negocios elegantemente vestidos que trabajan por la zona. La gente iba y venia con prisa, unos con bolsas, otros sin ellas, pero con un gesto facial que descubría que venían de buscar o iban a buscar algo determinado y concreto.
Cuando hemos llegado a la tienda de la calle Orense eran las 12:30 del mediodía, los vendedores haciendo homenaje al evento llevaban camisetas en negro con el logo. Con ritmo frenético intentaban recomponer la tienda, dejarla lo mas esteticamente digna posible, todos murmuraban entre ellos, el cansancio que les había provocado las dos primeras horas de venta. La gente, tal y como les escuchamos, abarcaba con todas las prendas que les cabía en las dos manos y sin probarse se lo llevaban, o se lo probaban in situ por no poder esperar la fila de los probadores. Todos los años ocurre lo mismo. La colección es corta, pero cumple a la perfección su objetivo. Dejar con hambre al consumidor que dentro de seis meses estará atento para no perder la oportunidad de tener una prenda de un creador que habitualmente no se puede permitir económicamente a precios mas asequibles, aunque no baratos.
Tan solo quedaban las prendas mas básicas y conservadoras de la colección. No hemos podido ver la chaqueta deconstruida, el abrigo vestido, la blusa blanca con golas, la bufanda de lunares, el pantalón harem o la chaqueta de corte chaqué. Tan solo quedaban la blusa lisa y clásica en blanco, chicle y negro, un vestido de fiesta, la gabardina clásica como fondo de armario a 149.90€, las camisetas de cuello caja en lana a 39.90 en blanco, negro y marino, alguna camiseta de lunares en los mismos colores. Las prendas que buscábamos solo estaban representadas en el escaparate, pero no teníamos ya acceso a ellas, estaban reservadas para clientes que las recogerán cuando el escaparate haga su función.
La otra función, es la de atraer, el publico esta cansado de todo, necesita novedad, algo que le provoque entusiasmo. Con esta política H&M consigue, que el cliente o posible cliente les visite con asiduidad, unos para comprar, otros para buscar, otros para devolver, otros para revolver; pero para ello, la novedad en el producto ha de ser constante, cortes nuevos, colecciones cortas y escasas, novedad mucha novedad. Asi se vende en el siglo XXI.
Por lo tanto proponemos cambios revolucionarios en nuestras tiendas, hemos de crear la necesidad por tener el deseo de poner y no solo el de satisfacer. Por ultimo una de las consignas que nos acompaña siempre: El peor de los errores es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos.